OH CAPITÁN, MI CAPITÁN



Juan Antonio Cebrián nos ha dejado.

No es sencillo expresar lo que ha quedado atrás tras la marcha del gran capitán. Pero si hay una única palabra que podría definirlo sería......vacio. Un gran vacio, y un gran silencio.
Cuesta imaginarse ya un mundo sin esa voz serena y sapiente que, sin pedir nada a cambio, ofrecía a todos aquellos que quisieran escuchar algo va más allá de la mera compañía, del mero entretenimiento. Ofrecía conocimiento. Algo que se necesita demasiado en este mundo nuestro de metal y cristales donde la razón la dá quién chilla más alto, y no quién sabe más.
Se va, por la puerta de atrás, en silencio, sin despedirse, dejándonos a todos sus seguidores huérfanos y hambrientos. Hambrientos de sus relatos, de sus tertulias, de su forma de ser...

Cebrián ha significado mucho para mí. Ha sido un gran maestro. Un gran almirante. Un gran amigo, aunque nunca llegara a conocerle. Mi personal Socrates. Gracias a él, no me ruboriza decir que mis historias son ahora las que son. Mis guiones, Mis novelas y todos y cada uno de mis proyectos son ahora como son. Y muchas ilustraciones también tienen su impronta, pues fueron fraguadas bajo su versátil voz, y su inestimable compañía. Por ello, creía que esta modesta despedida merecía un pequeño lugar entre mis cosas, y abandonar por un día la autocomplacencia.

El negro fondo de este blog, es ahora más negro que nunca.




Adiós maestro. Buen viaje.
FUERZA Y HONOR